Miguel Vidal

Hace mucho tiempo que tengo el honor de conocer a D. Miguel Vidal, recuerdo perfectamente que fue durante el ciclo que organicé en la R.S.F.Z. sobre los pioneros aragoneses. Su elegancia y discreción, tanto en el trato como en su faceta humana, hacen de él una persona con la que siempre es agradable hablar. La calidad y talento como realizador y documentalista se reflejó en aquellas proyecciones que todavía se conservan frescas en la retina.

Miguel Vidal nace en Valencia en un frío mes de noviembre de 1919. Lleva todavía los pañales cuando se traslada con sus padres a Sallent de Gállego, donde pasa la niñez. Su vida profesional la ejerce como oficial del servicio de farmacia militar. Por las venas de Vidal corre la aventura, la voz seductora y aterciopelada de la montaña le susurra desde joven, produciéndose un binomio que le acompañara durante toda su vida: él y la montaña; la montaña y él. La cámara sirve de fiel testigo de esta pasión, plasmando de manera espectacular esta unión entre el montañero y los elementos naturales.

El nombre de Miguel Vidal se convierte en una institución. Sus películas -que empieza a rodar en la década de los 50- son apreciadas en cualquier foro donde el tema sea el montañismo. Es considerado uno de los grandes documentalistas especialista en la escalada. El profundo conocimiento que Vidal tiene de los Pirineos y los Alpes, junto con sus reportajes gráficos y su trabajo en favor del alpinismo en general, empiezan a ser reconocidos y premiados; se le otorgan tres medallas por parte de la Federación Española de Montañismo y diferentes certámenes reconocen plenamente la calidad de su cine.

D. Miguel toma de modelo las obras de Arnold Franck y Louis Trenker, a quienes admira, y sencillamente rueda, imprime a su trabajo esa grandeza conseguida a base de esfuerzo. Los planos y las diferentes tomas, rodadas muchas veces con riesgo de su vida, consiguen en el espectador un profundo sentimiento de admiración; la belleza de las imágenes recogidas por el montañero y ese espíritu mezcla de poesía y aventura que caracteriza su cine son el distintivo principal de la obra de Vidal. La montaña, medio amiga medio amante, viste de rojo sus picos y laderas. La tragedia se cierne sobre sus enamorados: los montañeros Rabadá y Navarro, que habían participado en algunas de las películas del artista, mueren en accidente de escalada. Vidal siente profundamente la desgracia de sus amigos y compañeros, la montaña cobra su tributo con un sedoso velo negro.

La obra cinematográfica de Vidal ronda las 30 películas. Algunas por su realización y dificultad tuvieron siempre un especial reconocimiento. Películas como Aneto (1954), Escalada (1959), Siempre unidos (1964), por citar una mínima parte, son ejemplos en su filmografía aventurera. El cine costumbrista adquiere también su importancia en el trabajo de Miguel Vidal. El talento que desarrolla para contar viejas historias y leyendas tienen su punto culminante en sus películas Sobrarbe legendario (1974) y El herrero de San Felices (1983) -esta última posiblemente sea uno de sus principales trabajos en el documentalismo descriptivo y en el campo argumental. Los pequeños detalles que enriquecen toda la película y que han sido la forma de vida durante generaciones de los habitantes de San Felices son recogidos de forma maestra por Vidal. Está interpretada por Manuel Labordeta y Manuel Rotellar, que dan vida a la leyenda del herrero que se enriquece gracias al pacto que hace con el diablo y que luego burla astutamente.

Los premios obtenidos por Miguel Vidal a lo largo de su dilatada vida cinematográfica son numerosos y muy relevantes en el campo de la imagen: «Gran Premio de Honor del Festival de Cine de Pau», «Premio Certamen cine de montaña de Madrid», «Premio Certamen cine de montaña de D’allos», «Premio T.V.E.», «Premio Certamen Internacional de Zaragoza», «Premio Segundo de Chomón Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza», etc. La obra de este director tiene su ampliación en una faceta poco conocida: la de actor. Directores de la talla de Santiago Choliz -del que soy especial entusiasta- han encontrado en él dotes interpretativas válidas para algunas de sus películas.

Miguel Vidal forma parte de ese grupo pionero tristemente olvidado que tanto ha hecho por el cine en nuestra tierra, uno de los primeros realizadores en Aragón especialista en el documental y en el reportaje, donde la humanidad y el espíritu de sacrificio de sus personajes se manifiestan como colosos que luchan contra los elementos en un perpetuo combate. Admirado y querido, D. Miguel tiene un sitio preferente en la historia de nuestra cinematografía.

Muchas veces se pierde el concepto de lo que es el cine poniéndole el calificativo de «profesional» a las películas y a los autores, como si eso fuera sinónimo de calidad. Flaco favor se le hace al cine y a su historia con una valoración tan simple. En estos artículos esos calificativos carecen de sentido, me fijo únicamente en el talento y trayectoria de su realizador. Dejemos el tamaño de la cámara y su formato para otros y centrémonos sencillamente en las personas y en sus cualidades. Ése es mi criterio en las líneas que redacto para el Visor del Colectivo Artymagen, y lo hago asumiendo mis muchos errores, para eso llevan goma de borrar los lapiceros. En el caso de Vidal, como en los demás realizadores de los que hablo, el mejor calificativo es el reconocimiento a su trabajo. Quiero que este humilde apunte sea un homenaje a todos ellos que como Miguel Vidal han sido un poco los maestros de los que empezamos en la década de los 80 con la ilusión puesta en nuestros primeros cortos. Aquellas viejas proyecciones que se realizaron en la sección de cine de la S.F.Z. sobre los pioneros nos enseñaron lo mucho que todavía nos quedaba por aprender.

Armando Serrano

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.